Cecilia pintó la tela y después le sacó la pintura con su cuerpo, al contrario de Ives Klein, que usó una mujer, la pintó y luego la estampó sobre su tela. Los docentes, sentados muy cerca, dialogaban alrededor de una mesa. Alguno levantó la vista una o dos veces durante la realización de la obra. Era increíble, Cecilia acostada en el piso, impregnándose de la pintura azul Klein y dejando el rastro en la tela, y esa mesa de gente impertérrita atrás. Eso sucedió dentro del recinto de la Facultad de Arquitectura... Parecía (o se notaba) que no sabían qué es el arte y tampoco qué es una performance, y encima, era e-vi-den-te que ignoraban quién fue Ives Klein.
Etiquetas: noviembre 05
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