Apenas me levanté vi que el día estaba lindo y soleado, así que decidí ir a correr a la Rambla. Salir a correr es algo que tengo que decidir apenas me levanto, porque si no, después de tomar el café prendo un cigarrillo, y ya no salgo. Correr después de fumar es horrible, me quedo sin aire. Capaz que es solo una idea mía, y no tiene nada que ver, pero es lo que me pasa. Así que me vestí con un jogging y zapatillas de correr y fui a la cocina a desayunar. Me preparé un jugo de naranja (¡aghhhhhhh, estaba muy ácido!) comí unas tostadas y tomé el café con leche y me aguanté las ganas de fumar. Me fui enseguida, sin llevar cigarrillos. Caminé con paso rápido hasta el parque, respirando el humo de la combustión de hidrocarburos (que le debe hacer más mal a mis pulmones que el tabaco) e intentando no escuchar el ruido de los motores de los autos que pasaban a toda velocidad, como si todos llegaran tarde a algún lado. Me pareció que la gente en general parecía bastante malhumorada (pensé que la idea de ir a encerrarse en una oficina con un día tan lindo podía ser la razón del malhumor general); un auto le tocó bocina a otro que iba despacio, y el conductor gritó algo con cara de desaforado, aunque tenía la ventana cerrada y no se escuchó lo que dijo. Hice “ommmm”, mentalmente y respiré hondo. Pasé por el costado del liceo Zorrilla, había muchos chicos frente a la puerta, parados o sentados en la escalinata de granito negro, otros sentados en la vereda, y pasé por el medio de un grupito de chicas y chicos que se pasaban un porro, sentados en rueda, algunos apoyados contra la pared del costado del edificio, tapizada de afiches. El muchacho que pasaba el porro (¿sería el dueño?) lo hacía de forma ostensible, era grandote y gordo y gesticulaba con exageración. Algunos afiches estaban hechos jirones, otros dibujados (lo típico: bigotes con birome azul sobre la cara de una mujer) e increíblemente también había algunos intactos.
Etiquetas: octubre 05
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